23/12/13

EL ASESINATO DEL DUQUE DE GUISA

Enrique III de Francia.
Hoy hace 425 años, el 23 de diciembre de 1588, el rey de Francia Enrique III mandó asesinar al Duque de Guisa. No fue un asesinato cualquiera. El duque era el líder de la Liga Católica, una organización fundamentalista religiosa que controlaba medio país y que luchaba contra otros fundamentalistas, los hugonotes protestantes que controlaban la otra mitad. En medio estaba el rey, un personaje con una personalidad controvertida y que quería recuperar su autoridad en una Francia dividida. Al final sólo consiguió que a él también lo mataran.

El 23 de diciembre de 1588 el Duque de Guisa, Enrique I, fue asesinado en el castillo real de Blois, a orillas del Loira. Fue un escándalo y marcó un antes y un después en la historia de Francia, un país que llevaba años dividido en una cruel y eterna guerra civil entre católicos y protestantes. En concreto, las guerras de religión comenzaron en 1562, cuando los hugonotes comenzaron a extender su influencia y su poder por Francia y los católicos se opusieron. La lucha fue atroz. Se cometieron multitud de matanzas, la más famosa la de la Noche de San Bartolomé, en 1572, cuando unos 10.000 protestantes fueron asesinados.

La paz parecía imposible. Eso debilitaba a Francia y dejaba las manos libres a su gran enemiga histórica, España. Durante la primera mitad del S. XVI, Francia y España mantuvieron multitud de guerras por la hegemonía en Europa. Francia temía a sus vecinos, la dinastía de los Habsburgo, porque sus dominios rodeaban su propio reino, y con razón los Habsburgo temían a los franceses que les podía atacar en Flandes, España o Italia. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVI Francia ya no era un peligro para el rey español Felipe II. Las guerras de religión mantenían al país dividido y débil, lo que el monarca hispano aprovechaba para ocuparse de otros rivales como los protestantes holandeses o ingleses.

El castillo de Blois.

Precisamente el duque de Guisa era el principal aliado de Felipe II en Francia y al que suministraba dinero regularmente. El duque era el líder de uno de los bandos de la guerra civil francesa, la Liga Católica, y trataba de hacerse con el poder. El rey Enrique III también era católico, pero recelaba de las intenciones del duque. En realidad, en Francia había tres tipos de territorios: los controlados por los hugonotes, los de la Liga y los fieles al rey. Enrique III tenía que hacer muchos y peligrosos equilibrios para mantenerse en el trono, y el duque –aunque compartían religión- se había convertido en su mayor rival ya que ansiaba hacerse con el poder. Estaba a su alcance debido a la falta de herederos al trono de Enrique III y a que el duque tenía derechos hereditarios sobre el mismo. Es decir, si el rey moría, el duque podía ser rey.

El duque demuestra su poder
El hecho clave que marcó la relación entre ambos ocurrió el 12 de mayo de 1588, el ‘Día de las barricadas’ en París. Ese día, el pueblo parisino se alzó contra el rey dirigidos por el duque para protestar contra la decisión del monarca de nombrar a su heredero. Éste no sería el duque, católico como él, sino Enrique de Navarra, un protestante.

El duque de Guisa.
Este nombramiento fue consecuencia del intento de Enrique III de llegar a una paz con los hugonotes tras casi 30 años de guerra civil. Pero la Liga Católica se opuso con tanta fuerza y tenía tanto poder que Enrique III tuvo que huir de París y dar marcha atrás en sus planes de paz. De hecho, el duque obligó al rey a firmar un tratado por el que se comprometía a no firmar la paz con los “herejes” protestantes y a perseguirlos y exterminarlos. El duque de Guisa había ganado y Francia seguía en guerra, una victoria también para el protector de la Liga, el rey español Felipe II, que estaba muy interesado en mantener viva la guerra civil en su país vecino.

Fue toda una humillación para Enrique III que huyó al castillo de Blois. El duque de Guisa había vencido y había conseguido dictar sus condiciones al propio rey. Ya sólo faltaba que le nombrara su sucesor y esperar a su muerte. Pero el rey iba a adelantarse.

El 23 de diciembre de 1588 el rey convocó al duque a Blois donde fue asesinado. Sus hermanos y otros líderes de la Liga también fueron perseguidos y ejecutados. Enrique III trató de ocultarlo, pero era tan evidente que había sido el responsable de la muerte del duque que no pudo evitar convertirse en el objeto del odio de los fundamentalistas de la Liga Católica que le condenaron a muerte. Fue precisamente un monje católico el que le asesinó a cuchilladas al año siguiente, el 2 de agosto de 1589.

La muerte del duque de Guisa.
Con Enrique III murió el último miembro de la dinastía Valois. Tras él no subió al trono un católico partidario de la Liga, sino precisamente su enemigo, el protestante Enrique de Navarra cuyo nombramiento como sucesor había provocado la reacción del duque de Guisa. Por primera vez en la historia Francia tenía un rey protestante. Sin embargo, consciente de la necesidad de poner fin a la guerra civil y de integrar a sus súbditos, el nuevo rey Enrique IV abrazó el catolicismo: “París bien vale una misa”, explicó. Pero la paz aún tardaría una década en llegar a Francia.



El asesinato del duque de Guisa es un episodio fundamental en la historia de Francia, y también el tema central de una película muda de 1908 que ha pasado a convertirse en un clásico de los orígenes del cine:


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