6/2/13

FRANCIA FIRMA SU DESTINO


Hace 235 años los enviados del rey de Francia firmaron una alianza con los rebeldes americanos. Creían que habían llevado a cabo un golpe maestro diplomático: los habitantes de las trece colonias inglesas en Norteamérica llevaban ya algunos años luchando contra su metrópolis, y Francia vio en ello una oportunidad de revancha de las derrotas sufridas contra los ingleses. Sin embargo, con la firma de esta alianza, Francia también estaba sellando su destino.

Fue el 6 de febrero de 1778, hace 235 años. Francia firmó ese día una alianza con los flamantes Estados Unidos de América, un país nuevo de apenas año y medio de existencia desde su proclamación de independencia el 4 de julio de 1776. Los norteamericanos llevaban ya cinco años en guerra contra Gran Bretaña, su metrópoli. No querían seguir obedeciendo a un rey que les subía los impuestos a cambio de nada. Esta actitud y la inflexibilidad de la autoridad colonial llevaron a la desobediencia y después a la rebelión. La poderosa Gran Bretaña, hegemónica en Norteamérica y en pleno proceso de construcción de un imperio en la India, de pronto vio como su poder se veía sacudido y amenazado.
Declaración de independencia de los EEUU, 1776.

Francia, por su parte, vio como de pronto la providencia se ponía de su parte. Derrotada y humillada tras la Guerra de los Siete Años en 1763, había perdido sus colonias en Norteamérica que habían pasado a manos británicas. La gran colonia francesa de Quebec, en el actual Canadá, pasó a ser administrada por Londres, y la presencia francesa en el Nuevo Mundo se limitó al Caribe.

La lucha por el dominio mundial
De hecho, Francia y Gran Bretaña llevaban combatiéndose durante todo el S. XVIII. La subida al trono francés de Luis XIV y el fortalecimiento del estado y de la monarquía, llevaron a una política expansionista que provocaron la guerra. Francia era el país más habitado y rico de Europa, por lo que era una amenaza para sus vecinos y para todos los países de Europa, que corrían el riesgo de caer bajo la hegemonía de los Borbones poco tiempo después de haberse liberado de la de los Habsburgo tras la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).

Las trece colonias.
Gran Bretaña era especialmente sensible al poderío francés. Sus intereses comerciales en todo el mundo necesitaban que en Europa no hubiera una potencia más fuerte que impusiera las reglas comerciales y pusiera en peligro la incipiente riqueza británica. Por eso Francia y Gran Bretaña se prometieron enemistad eterna y lucharon enconadamente durante todo el siglo. La Guerra de Sucesión Española, la Guerra de los Siete Años, la de Independencia Americana y posteriormente las Guerras Revolucionarias y Napoleónicas provocaron un estado de guerra casi permanente que afectó a todo el mundo. Curiosamente, a pesar de ser vecinos geográficos, las luchas se desarrollaban en lugares muy lejanos por todo el globo. No querían conquistarse mutuamente, aspiraban a dominar el mundo.

La Guerra de Independencia Americana era pues un capítulo más del enfrentamiento franco-británico. Pero los franceses no se dieron prisa en actuar. La guerra comenzó en abril de 1775 y los ingleses no fueron derrotados por primera vez hasta 1777 en la batalla de Saratoga. Esto hizo más atractiva la causa americana, y no fue hasta febrero de 1778 que Francia reconoció a los EEUU y se unió a la guerra contra los ingleses. Más de un año después, en abril de 1779, España también entró en guerra junto a Francia y los EEUU con la promesa de recuperar territorios perdidos ante Gran Bretaña como Menorca o Gibraltar en Europa, y en el Golfo de México en América.

Un país arruinado
Soldados franceses y de los EEUU.
Existía la posibilidad de derrotar a los enemigos comunes y los diplomáticos franceses decidieron aprovecharla. Sin embargo, había una cuestión que no tuvieron en cuenta: el dinero. Las constantes guerras estaban acabando con el erario real y empobreciendo al país. Francia carecía de las redes comerciales de la importancia de Gran Bretaña y su economía se basaba en la agricultura. Una serie de malas cosechas fueron la puntilla para la economía que necesitaba una larga etapa de paz para recuperarse. Sin embargo, en ese momento surgió la rebelión americana y una nueva guerra.

La ayuda francesa a los colonos rebeldes de América fue militar, con una flota y un ejército al mando del marqués de La Fayette, pero, sobre todo, fue económica. Los EEUU eran un estado incipiente, muy pequeño y débil, que luchaba contra una superpotencia militar. Sin el dinero francés habrían sido aplastados. Pero ese dinero hacía falta en Francia. Cuando los británicos se rindieron y firmaron la paz en 1783, Francia había ganado pero se había arruinado. Fue el principio del fin para la monarquía francesa.

Luis XVI.
En 1789 el rey Luis XVI necesitaba dinero desesperadamente. Tuvo que aparcar su poder absoluto y convocar a los Estados Generales para aprobar nuevos tributos. Los Estados Generales eran los representantes de los tres estamentos que existían desde la Edad Media: aristocracia, clero y el llamado “tercer estado”, una amalgama de los que no eran ni nobles ni sacerdotes. Entre ellos dominaba la burguesía, muy influenciada por las ideas republicanas y democráticas que habían inspirado la independencia de los EEUU, la misma que había hecho posible el dinero y los soldados del rey que ahora le negaba esos mismos derechos a su propio pueblo.

Inspirados por las ideas que sus propios soldados habían ayudado a vencer, y aprovechando que el rey estaba débil, la burguesía decidió presionarle: a cambio de aumentar los impuestos, el rey debía ceder más poder y permitir la entrada en la política de esta clase social. El rey no quiso y la consecuencia se conoce como Revolución Francesa.

El 21 de enero de 1793, casi 15 años después de firmar la alianza con los EEUU, a Luis XVI le cortaron la cabeza. 17 años después de la república americana, había nacido la República Francesa.

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