24/1/13

Cuando el Islam llegó a la India


El minarete de Qutab.
En India viven unos 150 millones de musulmanes. Es el tercer país con más musulmanes del mundo después de Indonesia y de Pakistán. De hecho, el Islam es la segunda religión más practicada en ese país de 1.200 millones de personas después del hinduismo. Ambas religiones mantienen una relación compleja, basada en una mezcla de convivencia y conflicto que tiene sus raíces en la historia. Esta comenzó en la Edad Media, hace más de 800 años, a finales del S. XII. En esa época los musulmanes llegaron, vencieron y conquistaron. Y para simbolizar su victoria construyeron uno de los más bellos ejemplos de arquitectura islámica del mundo: el minarete de Qutab, en Nueva Delhi.


En 1947 la inmensa colonia británica del subcontinente indio se separó en dos países diferentes, Pakistán e India. Sus gentes solamente se distinguen porque en uno de esos países los musulmanes son mayoría y en el otro lo son los hinduistas. Ambas comunidades mantienen desde entonces una relación tensa e incluso violenta, con guerras y matanzas. Esta relación tiene su origen en la manera en la que el Islam llegó a India. Fue hace ocho siglos, a finales del S. XII, y lo hizo a sangre y fuego.


En esos años los musulmanes de la zona de Asia central atacaron el norte de la India. No era la primera vez. Desde que el Islam llegó a lo que hoy conocemos como Irán y Afganistán a lo largo del S. VIII –al mismo tiempo que llegó a la Península Ibérica-, miles de guerreros atravesaban regularmente los inhóspitos y dificilísimos pasos de montaña del Hindukush y entraban en los ricos valles del Indo y del norte del subcontinente saqueando y destruyendo a placer. Pero siempre se marchaban de vuelta a sus bases cargados de botín y amenazando con volver. 


Llegan los nuevos amos

Sin embargo, hace 800 años los guerreros del Imperio Gúrida al mando de Mu’izz al-Din Muhammad y de su lugarteniente Qutb-ud-din Aybak, asaltaron el norte de la India y no volvieron a su hogar. Lo conquistaron y se instalaron. Los musulmanes eran una nueva casta o élite de conquistadores que se impusieron a los hindúes, a los que marginaron del poder y sometieron completamente.

La expansión del sultanato de Delhi.
Mantuvieron su condición de guerreros, los únicos con derecho a portar armas. Y como además eran los representantes del Islam, según ellos la única religión verdadera –como en aquellos tiempos teocráticos también pensaban los cruzados cristianos-, no toleraron la existencia de otros templos e imágenes religiosas, por lo que destruyeron los templos hindúes que caían en sus manos. Así es como en el norte de la India hoy en día es muy difícil encontrar templos hindúes anteriores a la Edad Media.


Pero la conquista no trajo la estabilidad. El conquistador Mu’izz al-Din Muhammad murió asesinado en el año 1206 y le sucedió su número dos, Qutb-ud-din Aybak. Este era un mameluco, o lo que es lo mismo, un soldado esclavo. Vendido de niño, fue entrenado para matar y llegó a ser un guerrero temible que encabezó la conquista de la India. Los soldados le obedecían, por lo que no resulta sorprendente que a la muerte de su señor fuera él quien le sucediera independizándose del Imperio Gúrida y estableciendo su capital en Delhi, la actual Nueva Delhi. Así fue como nació el Sultanato de Delhi, el primer estado musulmán independiente en la India.


Un monumento para la eternidad

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Qutb sólo reinó cuatro años, hasta 1210. Murió en un accidente al caer de su caballo mientras jugaba al polo. Pero al menos le dio tiempo a comenzar las obras del monumento que le haría inmortal: el minarete de Qutab, un bellísimo ejemplo de la sofisticada y compleja arquitectura islámica en pleno corazón de la India recién conquistada. Aunque no se terminaría hasta más de un siglo más tarde, en el año 1368, con sus 72,5 metros de altura era todo un símbolo de victoria, de que habían llegado los nuevos amos.


Para hacer más clara esta nueva realidad, se construyó como parte de una mezquita que a su vez se alzó sobre los restos de un templo hindú destruido por los musulmanes. Sin embargo, se aprovecharon las piedras labradas del anterior monumento. El resultado fue una fusión impresionante de elementos de arquitectura hindú e islámica. Toda una metáfora de la difícil convivencia en la India.



Columnas hindúes de la mezquita.
Hoy Delhi es la capital de la India independiente donde los hindúes son la inmensa mayoría, y hogar de una importante comunidad musulmana, heredera de la élite que hace siglos gobernaba el país hasta la llegada de los británicos en el S. XIX. El minarete de Qutab es hoy patrimonio de la Humanidad, pero también un recuerdo de que el Islam fue, durante muchos años, la religión de los dueños del país. Un recuerdo que para muchos está lejos de desaparecer. 


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